Este año lo
recuerdo como el de la gran sequía en España. También hubo sequía en nuestros
resultados y, sobre todo, hubo MUCHO APRENDIZAJE.
Me convertí
en una esponja aprendiendo a trabajar con abejas. Pasé muchos sábados del año
acompañando a Íñigo a Santurdejo, dejándole desgranar su sabiduría e
introduciéndola en mi mente.
Fue un año
de aprendizaje como apicultor, pero también fue un año enriquecedor porque
compartí mesa y buenas charlas de sobremesa con Pablo y Piedad, los padres de
Íñigo, en Santurdejo. En su casa tuve una gran acogida, la misma que sigo
teniendo hoy. Esta experiencia con la familia Aransay es de lo mejor que me ha
pasado en el mundo apícola.
Hicimos otra
inversión pues compramos 30 colmenas perfección de segunda mano.
Concluyó el
año con 35 colmenas, 10 más que el año anterior.
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