Hola, amig@s:
Este título puede parecer un poco pretencioso, como si hasta
la fecha no hubiese habido descanso en una interminable batalla. El hecho es
que yo lo vivo así por diversas circunstancias.
El final del año apícola 2015 y el principio del año 2016 no
han dado más que para disgustos. He tenido que adquirir 25 núcleos nuevos o
enjambres (eso se llama invertir dinero), he hecho 20 enjambres con mis
colmenas y sólo me han resultado buenos 10 (eso se llama perder el tiempo y no
aprender), la producción de miel de romero fue nula (eso fue una ruina) y la
producción de miel de tomillo duró sólo 10 días (a eso lo llamo yo invertir
para no ganar). Total, que esto no funciona de acuerdo a como había planeado yo.
Llegó finales de junio y no había ningún tipo de flor en la
zona, ni en el llano ni el encinar. La sequía lo dejó todo aniquilado. Llevamos
casi un mes sin haber llovido ni una gota de agua y las reinas de cada colmena
necesitan que haya algo de floración para que al entrar las abejas el polen a
las colmenas, la reina se active y comience a poner huevos y a crear vida, a
crear futuro. Como no hay flor, no hay polen; y como no hay polen el número de
abejas se reduce en las colmenas. La única solución a esta situación es dar de
comer a las abejas para que la reina piense que se reactiva el campo y comience
a poner huevos.
Llevo un mes dando de comer a las abejas. Cada colmena, cada
núcleo de abejas lleva comidas 5 bolsas de jarabe. Las reinas parece ser que se
están animando y van poniendo huevos y naciendo abejas. Y ahí viene mi
incertidumbre. Imaginaos que he puesto las colmenas a tope de abejas dispuestas
a pecorear en el encinar y resulta que el encinar – como consecuencia de la sequía – no produce el
mielato (jugo de la encina) ni el brezo hace brotar sus florecillas. Pues
resultará que esta segunda inversión en tiempo y en dinero ha sido en vano y no
habrá más miel. Yo sigo trabajando para que esto salga adelante, después Dios y
la naturaleza dirán lo que deban decir.
Me cuesta aceptar esta situación del mismo modo que me cuesta
aceptar mi colitis ulcerosa (con sangre) que llevo padeciendo desde hace 6 años
y que me tiene desconcertado. Hace 9 días iba entrenando con la bicicleta y un
coche se me llevo en una rotonda y me dejó un poco maltrecho de cadera (la
cadera en la que llevo una lesión de bursitis desde hace dos años). El martes
pasado estuve ingresado en un box del hospital y me introdujeron lentamente
(durante 3 horas) una medicación por goteo para combatir la puñetera colitis
ulcerosa. Dos días después comencé a notar debilidad general en todo el cuerpo,
sobre todo debilidad mental. He estado 4 días con “fiebre” de 37 y varias
décimas, han continuado las diarreas y esto parece que va camino de no
corregirse.
Dicen que “después de la tormenta viene la calma” y que
después de llover escampa. Yo confío en mi fortaleza mental porque la fortaleza
física, por ahora, no me acompaña. Lejos quedan mis tiempos de juventud, de
tiempos de montaña, de trasvesías, de escaladas haciendo el salvaje y jugándome
la vida en la montaña inconscientemente. ¡Qué fuerte era entonces y qué peligro
tenía para todos aquellos que me acompañaban muchos fines de semana a Pirineos,
al San Lorenzo en invierno, al Mont Blanc (por cierto, allí me despeñé en el
glaciar de Bossons y tuvieron que rescatarme con helicóptero). ¡Qué tiempos
aquellos y qué duro me había hecho! Y ahora una miserable colitis ulcerosa me
tiene debilitado. Dicen que son los nervios, que me lo tomo todo muy a pecho y
que somatizo los problemas, los trabajos, la vida. Será eso, pero yo procuro
tomármelo cada vez con más calma.
¡Vaya discurso, vaya rollo, vaya desahogo! Algunos y algunas
que hayáis leído esta novela seguro que habéis pensado que soy un flojo, que
vosotros lo estáis pasando peor, que la vida os está dando por todos los lados
y que no veis que se aclaren las nubes oscuras del horizonte. Sólo se me ocurre
deciros que estoy con vosotros, que ¡ánimo!, que las cosas están cambiando y
que nosotros estamos EN LA LUCHA (como dice el título de esta colaboración).
Me pongo a pensar en positivo para decir que algo sí que ha
cambiado en este último mes, que he adaptado un remolque de balas de paja para
convertirlo en un remolque de transportar muchas colmenas, que las colmenas van
teniendo cada vez más abejas, que mi hijo se va espabilando un poco y está
trabajando algunos días por la mañana atando balas de paja para sacar un
dinerillo y poder pagarse el entrenador personal el próximo curso, que tengo muchos
familiares, amigos y amigas que me quieren, que escucho las reflexiones de mi
hija de 15 años y aprecio que tienen buen sedimento…
La lectura del Evangelio de hoy nos hablaba de no atesorar
tesoros en la tierra, de no poner al dinero en el primer objetivo de nuestra
vida, de no mirarnos el ombligo como si fuéramos el centro del mundo, que
compartiéramos con los demás. La homilía del cura Alberto ha sido una gozada,
parecía que se metía en el papel del Evangelio. Nos ha hecho pensar a mi
familia y a mí que estamos aquí para ser felices y para procurar felicidad a
los demás.
Es todo por hoy. Me canso, me cuesta pensar y expresar con
palabras claras lo que me surge. En otro momento os contaré más.
Un abrazo para todos y sed felices hoy, mañana ya veremos cómo
lo intentamos.
JoséManuel
No hay comentarios:
Publicar un comentario