Buenas tardes. Aquí son buenas porque, ¡por fin!, está lloviendo.
Parece que las lluvias, aunque escasas, se van generalizando. No estoy seguro de que caiga la suficiente cantidad de agua para empapar los campos y los agricultores puedan arar sus fincas y sembrar el cereal.
Centrándome en el mundo de las abejas, de mis abejas, he de decir que este fin de semana ha sido el último en el que las he alimentado. Espero y deseo que las colmenas se hayan fortalecido lo suficiente como para poder pasar dos meses viviendo de su despensa de miel y del jarabe con el que las he alimentado estas últimas semanas. Revisando y alimentando las colmenas he descubierto que algunas habían muerto por escasez de abejas y otras, quizá, por falta de alimento. Pero ha quedado el número suficiente para afrontar el invierno y, esperemos, podamos iniciar el próximo año mejor que el presente.
Centrándome ahora en las casas de acogida y en la llegada de familias, tengo que agradecer a la gente de Añavieja, y a la familia colombiana que está viviendo y trabajando actualmente en el pueblo, el hecho de que las cosas marchan como las habíamos planteado inicialmente. Desde hace tres semanas estoy recogiendo, recibiendo, atendiendo... muchas llamadas de otras familias que quieren venir a Añavieja. Todas vienen remitidas por Alberto Casillas, desde Madrid. Conversar con cada familia, responder a sus correos electrónicos, indagar sobre sus capacidades... lleva muchas horas "de oficina", de atención a las demandas. Ahora también recibo llamadas de familias y estoy intentando localizar una familia que pueda ser acogida en Ágreda. En ello estoy y espero que antes de Navidad hayamos elegido a las dos familias y algún miembro de cada familia esté trabajando en una empresa, bien sea empresa de Añavieja o bien de Ágreda.
El esfuerzo y la tensión - no física sino psicológica - pasan factura y a veces cuesta dormir. Me paso ratos y tiempos pensando si acertaremos en la elección de las familias, si sabremos ofertarles lo mejor para que tengan un futuro seguro y prometedor, y si las familias que acojamos sabrán integrarse en los pueblos, sabrán comportarse bien y no crearán problemas con el vecindario. Al final, todo se centra en que nosotros hayamos acertado y no nos "echen a las fieras" por no haber elegido las familias adecuadas. Ya se sabe, los hay que no hacen nada, que no se comprometen, pero que critican y destruyen todo lo que no les gusta.
Bueno, bueno, en eso estamos. Como dice la canción "A Dios le pido" de Juanes, le pido humildad y paciencia, ayuda y fortaleza para estar disponible y atento a las necesidades de los más pobres y desfavorecidos.
Hasta la vista, que les vaya bien.
José Manuel
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