¡Ay, si es que no aprendo!
No estoy seguro de haberlo mencionado en comunicaciones precedentes, pero es que si no meto la pata una vez es porque la meto dos veces. Tenía que haber retirado la miel que había en las colmenas en el mes de octubre, pero no lo hice. ¿Por qué? Pues porque ya habíamos extraído miel en dos ocasiones y habíamos limpiado el extractor y todo el obrador. Estábamos rebosantes de miel, cada colmena había producido 35 kg de miel de media. Y mi esposa y yo nos decíamos: ¿para qué queremos más? La Providencia nos ha sido generosa.
En esos primeros días de octubre, las colmenas estaban con la miel justa y suficiente para que las abejas pasaran el invierno y los cuadros 1,2,9 y 10 estaban vacíos. Pero sucedió que llovió, no muchas litros, pero sí los suficientes para que refloreciera el brezo y las abejas volvieran a llenar TODOS los cuadros con miel.
A finales del pasado mes de enero - hace 3 semanas - quise cambiar las colmenas de lugar y llevarlas a Valverde para que polinizaran los almendros. Ese fue el momento en el que fui consciente de cuánta miel había en las colmenas. Casi todas las colmenas pesaban los 40 kg. ¡Una barbaridad! Resultaba fatigoso cogerlas, llevarlas hasta el carro y colocarlas organizadas en 3 pisos. El segundo viaje de colmenas me resultó penoso, los dedos apenas podían soportar el peso de las colmenas. ¡Menos mal que en los meses de diciembre y de enero estuve ejercitando la musculación con levantamiento de pesas, cuclillas y otros ejercicios de potenciación muscular! Pero no había ejercitado los dedos de las manos, y mi trabajo concluyó con dolores de falanges. ¡En fin, que no aprendo!
Estuvimos sacando la miel este fin de semana y resultó costosísimo porque la miel estaba fría y no salía de las celdillas. Tuvimos las alzas metidas en una pequeña habitación con calor durante un día y, pese a ello, resultó costosísimo en tiempo y energía poder sacar la miel. Al final, y después de muchas horas, extrajimos 250 kg de miel.
Después de coger los cuadros con miel de las colmenas, repuse los huecos con cuadros vacíos de miel para que las abejas estiraran la cera y las reinas comenzaran a poner huevos. A la par, y cuando cerraba cada colmena, le ponía una bolsa de alimento azucarado, muy licuado, para excitar a las reinas y que comenzaran a poner huevos. La sensación que tuve al trabajar todas las colmenas, es que esta primavera están más fuertes que en años precedentes. Ahora sólo falta pedir a la Providencia que nos envíe la lluvia para que florezcan los almendros, los polinicen las abejas y las colmenas se llenen con mucha cría.
En los dos años precedentes apenas sacamos miel (creo recordar que extrajimos en torno a 450 kg). La consecuencia fue nefasta porque al no servir a los clientes habituales, éstos se buscaron otros apicultores de aprovisionamiento. Este año, que tenemos mucha miel, ¡no tenemos clientes! Nos quedan 700 kg de miel embotada en frascos, pero no hay demanda de clientes.
El trabajo en el campo, y más siendo manual, es muy laborioso y a la par es incierto en resultados. Comienza el año apícola, me creo expectativas, planifico y viene la incertidumbre de si lloverá y habrá cosecha o tendré que comprar azúcar para alimentar las colmenas y que no se mueran de hambre.
Bien, bien, por hoy ya "he llorado" bastante. El próximo día publicaré el siguiente capítulo acerca de cómo viene el año y qué expectativas contemplo.
Sed felices, diseñar en vuestra mente cosas positivas, dad gracias por cada día que amanece y salid a pasear y dar oxígeno a vuestros pulmones. Nos leemos en la próxima
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