Esta mañana hemos enviado unos eurillos a Pedro Luis para que tenga un poco de apoyo para la causa de los pobres. Sólo han sido 3.500 € y nos hubiera gustado enviarle más. Ya veremos más adelante si es posible, si vendemos la miel que hemos sacado en primavera.
Me voy a tomar la libertad de poneros algunos retazos de las "memorias" de Pedro Luis, carmelita descalzo que está inmerso en la causa de los pobres en un barrio de Tucumán. Él no es especial, especiales lo son todos aquellos que dan su vida y se entregan a la causa por los más pobres, y él es uno de ellos.
Las líneas que transcribo las escribía Pedro Luis a los pocos días de llegar a su nuevo destino, habiendo dejado Sucumbíos en buenas manos. Me las envió y yo os las participo. Al leer estos textos me da vergüenza ajena la falta de ética de muchos de nuestros políticos que sólo buscan llenarse el bolsillo y dejan tirados a los pobres, a la gente sencilla y sin recursos.
Ahí va este regalito.
"Llevo dos días en Tucumán y me entero que hay
un proyecto “Navidad para todos”, por el que se les da a un grupo de familias
pobres un presente por Navidad… Lo patrocina Cáritas Diocesana. Y mañana,
jueves, van a llevarles las invitaciones para la primera reunión de tres que
van a tener. Yo me apunto a la primera para acompañar a Mariela y Nadia que son
de las supervivientes que comenzaron a hacer las visitas. A nadie le gusta
entrar en el Chivero, un barrio ganado al espacio de las viejas vías del tren
casi en desuso. No es que no les guste entrar, sino más bien es que no entra
nadie… la fama “justamente” ganada del barrio, invita a no plantearse el tema,
de ahí la cara de sorpresa de Mariela cuando escucha que el Padrecito quiere
acompañarlas…Entramos al barrio, siguiendo la vía del tren,
inundada de basura, que en tiempos funcionaba y ahora da paso ¡alguna vez! a un
tren de mercancías. Al lado derecho se apiñan las ¿casas? de la gente, por
familias, con unos estrechos pasillitos entre ellas. En Argentina, a estos
lugares se les llama “villas miseria”, pero a mí me parece que esta no llega a
villa, creo que se quedó sólo con lo de miseria… Comenzamos a entregar las
invitaciones y a presentar al cura para que lo conozcan y pueda en un futuro
venir solo por estos caminos. En este momento no puede venir solo, pues es
peligroso. “Hola, somos de la parroquia
San Juan de la Cruz… Queremos dejarle la invitación para la reunión de las
familias censadas… les esperamos. Este es el Padre Pedro, que acaba de llegar
nuevo a la parroquia. Mucho gusto…” Caras de extrañeza que el padre venga
al barrio… ¡es la primera vez! , dicen, aunque ya sabíamos que el P. Wilson sí
entró por aquí… Al padre nuevo, le cuesta entender que la gente pueda vivir en
esta situación de miseria. Nunca había visto en su vida casas construidas con
plásticos, puertas rotas, tablas viejas, somieres… rodeadas de tanta basura,
sin baños, sin… sin nada.En una de las primeras casas, una señora nos
dice que quiere que llevemos a su hijo de once años a algún sitio, porque anda
por la calle y los vecinos le están invitando a drogarse.Otra casa, y otra más, y sale con los ojos
desorbitados, brillantes, suponemos que el amigo de Manuel, un joven de unos 20
años. Su cara no parece estar así por la siesta mal dormida… quizás tiene otras
cosas…Y a mí me llegan las dudas y pensamientos…
¿no es esto un paternalismo contraproducente? y me tranquilizan la conciencia
las palabras de Mariela, persona de fundamentos, que me dice que ha sido muy
interesante el primer año y único que se hizo este tema, y que gracias a esto
la parroquia entró por primera vez en el barrio y que a pesar de las
deficiencias es interesante… Y yo, a cumplir el sabio consejo que me dieron
cuando llegué a Sucumbíos hace 16 años: ¡oír, ver y callar! cuando no entiendas
algo, no juzgues, no hables, observa… y cuando lleves 5 años, ya puedes dar tu
opinión… ¡qué bueno! Ya quedan menos de 20 invitaciones, una es
para la Señora Petrona sobre la que me pone en conocimiento Mariela: “Ya verá, padre, qué señora. Tiene casi 20
nietos a su cargo porque los hijos todos se drogan, pero es una mujer de una
fortaleza…” Llegamos a su casa y por su cuerpito, pequeño y encogido, no
daba a entender la fortaleza de la que me hablaban. Con ella salieron varios de
los veinte y un joven mayor, con los ojos y aspecto “raros”… Nos recibe con
disculpas… no pudo ir a recoger las cositas que el jueves le daban de Cáritas
en la parroquia. “No pasa nada, señora
Petrona, vaya cuando pueda, se lo darán igual”. Los nietos, avispados,
simpáticos… salían de la oscura casita de suelo de tierra y paredes de tabla
que amenazaban ruina y saludaban educadamente. Mi ánimo estaba demasiado
afectado por lo que estaba viendo, y mi cabeza seguía trabajando y dándole vueltas a un mismo pensamiento: ¡qué futuro les
espera a todos estos pequeños!
Bueno, amigos, creo que este tipo de escritos testimoniales nos ayudan a valorar más la vida y a las personas que nos rodean. Esto que leemos y reflexionamos es VIDA y por esta causa y otras parecidas merece la pena luchar.
Recibid un abrazo de José Manuel
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