29 junio 2018
El fin de semana pasado extraje miel de las colmenas
de Los Cabos. Fueron 9 alzas cargadas de miel, de las cuales obtuvimos 120 kg.
Pero comencemos por el principio.
Por la mañana acompañé a mi hijo Alberto al ortodoncista y allí le pusieron los braquet para la dentadura superior e inferior. Fue una hora y media de sufrimiento para mi hijo porque tiene la dentadura descompuesta como consecuencia del accidente de bicicleta. Con una pastilla de Ibuprofeno pudo aguantar el dolor mientras le hacían el trabajo. Después comimos y Carmen, mi esposa, y yo nos fuimos hacia Añavieja.
Llegamos a Añavieja a las 15:00, me cambié y me fui
al apiario de Los Cabos. Mientras, Carmen preparaba el obrador y limpiaba los
extractores de la última cata.
En Añavieja me esperaban Carmen y mi tía Rosa. Les
dejé las nueve alzas con miel y me dirigí hacia El Pino. Comencé a revisar las
sesenta colmenas y núcleos y a alimentarlas. Poco a poco la intensidad de la
lluvia se iba haciendo mayor. Se me empapó el buzo blanco y me hacía contacto
con la piel. Las abejas aprovechaban para clavarme los aguijones mientras yo
maldecía mi suerte y trabajaba a marchas forzadas. Cuando faltaban seis
colmenas por revisar, la lluvia se fue haciendo un poco más intensa. Alimenté a
estas últimas colmenas, cargué los materiales, cerré el carro y salí del
apiario. Apenas llevaba doscientos metros fuera del asentamiento cuando comenzó
a llover torrencialmente. Salí a la pista parcelaria y por ella bajaba un
caudal abundante de agua a la vez que los truenos y los rayos se sucedían de
modo intermitente. Llegué a Añavieja, me metí en el almacén de El Gallinero y
allí estuve preparando todas las alzas de las que dispongo mientras fuera caían
ríos de agua y el cielo desataba su furia en forma de relámpagos y truenos.
Cargué el carro con todas las alzas que pude y lo
dejé aparcado en la cochera para el próximo fin se semana. Subí al obrador y cuando
llegué descubrí que ya habían acabado de extraer la miel. Ayudé a recoger y
limpiar y cenamos a las 22:30.
30 junio 2018
El sábado por la mañana hice algunas mejores en el
carro que me permitirán colgar las cámaras de las bicicletas de montaña que me
sirven para sujetar las colmenas y evitan que éstas se desplacen de
delante hacia atrás. Después visité los dos asentamientos y quedé satisfecho y
orgulloso del montaje que tengo dispuesto allí y además enormemente contento
del trabajo que estaban realizando las abejas pues en los dos lugares se las
veía trabajando, llevando néctar y polen a las colmenas. Así es que el
próximo fin de semana volveré para alimentar a las colmenas débiles y para
recoger un enjambre en Dévanos, pues me ha llamado mi amigo José para que
retire un enjambre que molesta y es peligroso.
Eso es todo. Espero que en las dos próximas semanas
las colmenas débiles se fortalezcan y pueda ponerles alza a algunas de ellas
hasta alcanzar el número de noventa. Las otras, las pobres y débiles las seguiré alimentando durante
el verano para que cuando comience la invernada estén fuertes y dispuestas a
pasar el frío invierno de Soria.
Un abrazo muy fuerte para todos.
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