sábado, 10 de junio de 2017

ANÉCDOTAS DE DOS FINES DE SEMANA

Hooola:
Os voy a contar lo que he hecho durante estos dos fines de semana, el de hoy y el de la semana anterior.
El fin de semana pasado estuve trasladando colmenas hasta las faldas del Moncayo. Estaba harto de llorar y le pedí a mi amiga Susana que me dejara un espacio para colocar algunas colmenas en su asentamiento. Pues bien, me fui el jueves después de comer, retiré las alzas de las colmenas y las  subí a Añavieja. Por la noche fui a cargar el remolque con las colmenas y las llevé al nuevo asentamiento. Pero cuál fue mi sorpresa y mi mala sangre que, cuando llegué al lugar destinado a las colmenas, comenzó a llover. Cogía cada colmena y la acercaba a mi cuerpo para poder transportarla con menos esfuerzo. El agua resbalaba por la tapa metálica de las colmenas y empapaba mi buzo de apicultor. Al acabar de descargar, yo era un "pispajo", un paño de cocina empapado. Me metí en el todoterreno y volví a Añavieja helado. Por la mañana trasladé las alzas y se las puse a las colmenas. Pero me estaban esperando las abejas y me pusieron a caldo a base de picotazos.
Este fin de semana he vuelto a Valverde (también el jueves), retiré las alzas de las colmenas y las subí a Añavieja. Por la tarde/noche bajé a cargar las colmenas para subirlas a Añavieja. ¡Y otra vez se puso a llover! Pero en este caso fue pedrisco lo que caía. Me metí en el todoterreno para refugiarme del agua y de los golpes del hielo sobre mi cabeza (eran como peladillas). Me fui bloqueando mientras esperaba a que aquello amainara y cuando amainó salí a cargar. Perdí el control y cargué una capa más de colmenas en el remolque, además de las que cargué en el todoterreno. Parecía una empresa de transportes con la carga superada. Menos mal que le puse la doble tracción al coche porque sino no hubiera podido llegar a casa. Descargué las colmenas y volví a Añavieja empapado. Lo mismo que la semana pasada.
Ahora tengo casi todas las colmenas fuera de Valverde. El próximo fin de semana subiré a Añavieja las últimas colmenas y embotaré la miel que he sacado en estas dos semanas.
Sólo le pido a la Providencia que cada semana arroje una pequeña tormenta, a ser posible de agua y no de pedrisco, para que los asentamientos reaccionen, las flores luzcan en todo su esplendor y las abejas trabajen metiendo miel. ¿Es mucho pedir?
Bueno, nada más por hoy. ¡Ah, sí! Disponemos de, aproximadamente unos 220 kilos de miel en frascos de cristal. Una miseria, si lo comparamos con otros años, pero...
Un abrazo
José Manuel