jueves, 13 de octubre de 2022

NUEVA FAMILIA, PATATAS Y ABEJAS

 He desaparecido de Logroño y he marchado a vivir a Añavieja durante tres semanas. He hecho de todo y me voy a explicar.

El 26 de septiembre recibimos a la nueva familia inmigrante. La acogimos, le dimos casa y comida. Durante las tres semanas siguientes he actuado de viajero llevándolos a empadronarse, a solicitar la inscripción en el centro educativo, a la entrevista con una empresa, al reconocimiento médico en el centro de salud, a hacer la matriculación de los niños en la escuela, a comprar al mercadillo y al centro comercial, a... Dejémoslo ahí. Muchas horas de los restantes días las hemos dedicado a mejorar la vivienda poniendo tendedero, un cobijo abrigo para la moto en los días fríos... Pero el marido de la familia ya tiene contrato de trabajo indefinido y acude a la empresa contento, satisfecho... Y los niños los transporta un microbús desde Añavieja hasta Ágreda para asistir a las clases del colegio. Después de clase comen en el comedor y, después de comer, los devuelve a Añavieja. Todo es gozo y el Señor los está acompañando. Por cierto, la adquisición de la moto ha sido un gran acierto para facilitar el acceso al puesto de trabajo y hacer gestiones en el pueblo vecino.

En estas tres semanas también he tenido tiempo para catar la miel. Sacamos algo más de 400 kg. Escasa, pero a la vez abundante dado que no esperábamos obtener nada después de vivir un año con tanta sequía. Después de catar la miel, he alimentado las colmenas en dos ocasiones para provocar que las reinas pusieran más huevos y hubiera más abejas para pasar el invierno. Y también las he tratado contra la varroa. Creo que ha sido un trabajo bien hecho y me siento satisfecho de haber llegado a todo.

Pero, pero..., también, en estas tres semanas, he acompañado a mi hermano y a sus peones en la extracción de las patatas de los campos. ¡Qué poco queda del joven que fui y cómo pasan los años y se menguan las fuerzas! Han sido casi quince días de agonía, desde por la mañana hasta el anochecer. Había que retirar las piedras, las hierbas, las patatas pequeñas... Y a la vez, había que desatascar la máquina extractora porque las matas de hierba la bloqueaban, había que meterse debajo de la máquina a reparar averías, a desatascar cojinetes, a desbloquear las cadenas frenadas por las piedras que se extraían de la tierra. A lo largo del día llegábamos a parar hasta 40, 50 o más veces para centrar la máquina. ¡Agotador! Lo bueno ha sido que a partir de la mitad de los días recogimos una cosecha hermosa, con patatas redondas, de buen tamaño y en gran cantidad. ¡Ah, se me olvidaba! Y al principio de la mañana y al final de la tarde, iba a la granja de cerdos, accionaba los alimentadores, rellenaba los depósitos de agua y revisaba las cuadras de los cerdos. Era otro trabajo complementario. Durante la jornada parábamos una hora para comer y yo terminaba la jornada, cansado, lleno de tierra, oliendo a cerdos y con ganas de irme a la cama.

Así es que ayer, día del Pilar, me volví a Logroño. Necesito recuperarme de los dolores de muñeca y de la fatiga.

Pero ya comienza la nueva faena con el Banco de Alimentos de La Rioja. En fechas próximas comenzarán a llamar de colegios e institutos para que demos charlas relacionadas con el aprovechamiento de los alimentos. 

Así es que esto es un traqueteo continuo. ¡Y yo que soñaba con la jubilación de maestro! Llevo jubilado 5 años y ocupo tanto tiempo y compromisos como cuando ejercía de maestro. 

Por hoy nada más. Un abrazo para los que leen este blog y les sirve de motivación para luchar en sus lugares de pertenencia. Recordad: "Estamos en este mundo para llenar nuestros años de vida, no para llenar nuestra vida de años".