sábado, 30 de junio de 2018

LLUVIA, TRABAJO Y SATISFACCIÓN POR LO HECHO


29 junio 2018
El fin de semana pasado extraje miel de las colmenas de Los Cabos. Fueron 9 alzas cargadas de miel, de las cuales obtuvimos 120 kg. Pero comencemos por el principio.
Por la mañana acompañé a mi hijo Alberto al ortodoncista y allí le pusieron los braquet para la dentadura superior e inferior. Fue una hora y media de sufrimiento para mi hijo porque tiene la dentadura descompuesta como consecuencia del accidente de bicicleta. Con una pastilla de Ibuprofeno pudo aguantar el dolor mientras le hacían el trabajo. Después comimos y Carmen, mi esposa, y yo nos fuimos hacia Añavieja.
Llegamos a Añavieja a las 15:00, me cambié y me fui al apiario de Los Cabos. Mientras, Carmen preparaba el obrador y limpiaba los extractores de la última cata.
En el asentamiento de Los Cabos todo fue bien durante aproximadamente 1 hora. Pero la tormenta se iba acercando y las abejas cada vez estaban más pesadas. Fui extrayendo los cuadros con miel de las distintas colmenas y de aquellas que tenían cría cogía sus bastidores y los iba repartiendo entre las colmenas sin alza. A la par, iba alimentando dichas colmenas sin alza para darles fuerza. Fue un trabajo contrareloj porque la lluvia fue haciendo su aparición convirtiéndose en un chirimiri continuo que me iba empapando. Cuando faltaban 12 colmenas (¡que las conté!) se fue incrementando la intensidad de la lluvia y aceleré mi trabajo para salir de allí antes de que se embarrara pues recordaba las dos veces en las que me había quedado atascado, una yo solo y otra acompañado por mi hermano. Cargué las últimas alzas con miel y salí hacia Añavieja.
En Añavieja me esperaban Carmen y mi tía Rosa. Les dejé las nueve alzas con miel y me dirigí hacia El Pino. Comencé a revisar las sesenta colmenas y núcleos y a alimentarlas. Poco a poco la intensidad de la lluvia se iba haciendo mayor. Se me empapó el buzo blanco y me hacía contacto con la piel. Las abejas aprovechaban para clavarme los aguijones mientras yo maldecía mi suerte y trabajaba a marchas forzadas. Cuando faltaban seis colmenas por revisar, la lluvia se fue haciendo un poco más intensa. Alimenté a estas últimas colmenas, cargué los materiales, cerré el carro y salí del apiario. Apenas llevaba doscientos metros fuera del asentamiento cuando comenzó a llover torrencialmente. Salí a la pista parcelaria y por ella bajaba un caudal abundante de agua a la vez que los truenos y los rayos se sucedían de modo intermitente. Llegué a Añavieja, me metí en el almacén de El Gallinero y allí estuve preparando todas las alzas de las que dispongo mientras fuera caían ríos de agua y el cielo desataba su furia en forma de relámpagos y truenos.
Cargué el carro con todas las alzas que pude y lo dejé aparcado en la cochera para el próximo fin se semana. Subí al obrador y cuando llegué descubrí que ya habían acabado de extraer la miel. Ayudé a recoger y limpiar y cenamos a las 22:30.
30 junio 2018
El sábado por la mañana hice algunas mejores en el carro que me permitirán colgar las cámaras de las bicicletas de montaña que me sirven para sujetar las colmenas y evitan que éstas se desplacen de delante hacia atrás. Después visité los dos asentamientos y quedé satisfecho y orgulloso del montaje que tengo dispuesto allí y además enormemente contento del trabajo que estaban realizando las abejas pues en los dos lugares se las veía trabajando, llevando néctar y polen a las colmenas. Así es que el próximo fin de semana volveré para alimentar a las colmenas débiles y para recoger un enjambre en Dévanos, pues me ha llamado mi amigo José para que retire un enjambre que molesta y es peligroso.
Eso es todo. Espero que en las dos próximas semanas las colmenas débiles se fortalezcan y pueda ponerles alza a algunas de ellas hasta alcanzar el número de noventa. Las otras, las pobres y débiles las seguiré alimentando durante el verano para que cuando comience la invernada estén fuertes y dispuestas a pasar el frío invierno de Soria.
Un abrazo muy fuerte para todos.

miércoles, 27 de junio de 2018

CAMINAR, REINVENTARSE, DESCUBRIR LO POSITIVO

Han transcurrido 10 días desde el accidente de bicicleta de nuestro hijo Alberto y parece que ya vamos asimilando que todo vuelve a "recolocarse". Desde el viaje de angustia que vivimos el sábado, 16 de junio, montados en el coche camino de Santander, en silencio, digiriendo las palabras de la policía municipal: "Su hijo ha tenido un accidente con la bicicleta, se encuentra hospitalizado en urgencias en el hospital de Valdecilla y la situación presenta carácter poco agradable", hasta hoy; vamos dando pasos, asimilando que su labio ya no tiene los puntos externos porque se los han quitado, que Alberto es capaz de comer-tragar con autonomía (todo triturado y batido), que esta semana comienza el estudio maxilofacial para arrancarle los dientes (varios) que están sin enraizamiento con el hueso, que... Dios sabe lo que le espera. Y mientras tanto está en casa, estudiando para examinarse de las materias que están pendientes.
Volviendo al tema de las abejas, diré que el fin de semana pasado visité el asentamiento 2, el de Los Cabos y las abejas estaban de mal genio, de muy mal genio. Alimenté a las colmenas que no tenían alza y miré por encima el resto de colmenas. Debían de pensar que les iba a robar o a hacerles daño porque me cosieron a aguijonazos, me llenaron los guantes de picotazos. Creo que el motivo es que en aquella zona ha desaparecido todo tipo de floración, las abejas están sin trabajo, recogidas todas ellas en sus respectivas colmenas y se defienden cuando un visitante se acerca a ellas. Habrá que esperar hasta finales de julio, momento en el que empezará a florecer la lavanda y, espero, el brezo brillará en su esplendor.
En el asentamiento 1 los núcleos pasados a colmenas y los núcleos con pequeños enjambres procedentes de los enjambres capturados van desarrollándose poco a poco. Puse 14 alzas a varias colmenas y alimenté a muchas otras colmenas y núcleos con jarabe. Espero que en estas fechas la jara provoque que las abejas aporten polen a las colmenas y las reinas pongan muchos huevos para crear algunas colmenas más disponibles para trabajar la lavanda, el brezo y la encina. Mientras tanto sólo queda alimentar y alimentar.
Este próximo fin de semana volveré a alimentar a las colmenas sin alza (creo que en torno a 50) y extraeré cuadros de las colmenas con alza más potentes.
De todo lo que voy viviendo en estos azarosos 10 años de "apicultor" aficionado, echo de menos no conocer a fondo los lugares donde ubico los asentamientos de abejas. Si supiera con exactitud cuándo comienza la floración de cada uno de los tipos de plantas de la zona, podría obtener mejores resultados y trabajar más tranquilo.
En fin, que seguimos caminando y, como escribía en el título de este escrito: nos reinventamos e intentamos descubrir lo positivo.
Un abrazo.
José Manuel

jueves, 21 de junio de 2018

LA VIDA ES UN REGALO PARA SER DISFRUTADA

Hola, continúo con la historia de este fin de semana pasado y estos 4 días de esta semana.
Os pongo en antecedentes y os digo que nuestro hijo está estudiando CAFID (Ciencias del Deporte) y compite con el equipo denominado Santander Triatlón (es un pipiolo todavía, sobre todo si lo comparamos con sus admirados compañeros: Barroso, Urrutia, Ánder y compañía). Pues el sábado se la pegó contra un coche y se lo llevaron a urgencias. Nos llamó la policía de Santander  para informarnos que Alberto había tenido un accidente de bicicleta y acudimos al hospital de Valdecilla. Cuando llegamos, tuvimos que esperar, pero Alberto no estaba solo, había estado acompañado de Sandra, una compañera de Santander Triatlón, encantadora, sensible, cercana y cariñosa con nuestro hijo. Vamos, ¡un regalazo como persona! Estaba operando a Alberto un especialista maxilofacial, que le cosió el labio por dentro y por fuera, le intentó reinjertar y colocar tres de las palas de la mandíbula inferior, pero no pudo reimplantar una pala de la mandíbula superior.
Al acabar la operación de cosido, entramos, nos abrazamos, lloramos y Alberto fue dejando de temblar y de soltar angustias y miedos. El trato recibido por el especialista maxilofacial y su equipo fue extraordinario, con mucha sensibilidad, con extremada atención, cariño y cuidado. Vamos, un 10 de nota para todos.
Después me he pasado varios días acompañándolo, ayudándole a comer al principio, dándole papilla con cucharilla, después alimentándolo con jeringa y estos dos últimos días ya comía solo sorbiendo los purés y las cremas con una pajita de sección ancha. Pero está bien, todo esto se arregla con un ortodoncista que le ponga implantes, un mecánico dentista que le ponga férula, y uno o dos años de visitas continuas al odontólogo. Lo mejor de todo es que Alberto se quedó en Santander para presentarse a los dos últimos exámenes del trimestre. Eso me gustó porque supo sacar de su debilidad y dolor los suficientes arrestos para estudiar al día siguiente, domingo y el lunes y los demás días. Creo que ante las dificultades, por extremas que sean, siempre hay que buscar el hueco donde quepa el afán de superación, la lucha por la vida. Eso es lo que nos hace crecer.
Pues bien, todo este "rollo" que os he contado me da pie para trasladar aquí lo que escribí ayer por la tarde, sentado ante la mesa de la habitación de la residencia de estudiantes. La directora me ofreció una habitación para que pudiera estar al lado de mi hijo y así atenderle en los desayunos, comidas y cenas y a la par ir hablando con él para que no se sintiera solo y estudiara. Disfrutar de esa habitación ha sido un regalazo que me ha permitido quitarme angustia a mí al poder estar al lado de mi hijo. Podría haber estado en un hotel, pero no es lo mismo porque lo importante era la cercanía. Os transcribo lo que escribí ayer:
"Dejando al margen la situación médico-traumática de Alberto, que no es poco, voy a centrarme en dar gracias a la VIDA. Creo que dar gracias es un actitud o predisposición personal que todos deberíamos practicar y además deberíamos hacerlo con humildad, como buenos hermanos.
Hoy doy gracias a la vida porque mi hijo Alberto sigue conmigo, con nosotros, y porque su accidente no le ha causado daños cerebrales sino tan solo perdidas dentarias y rotura del labio inferior. Pero está bien. Gracias, VIDA.
Doy las gracias al doctor Álvarez, médico maxilofacial residente, que atendió a mi hijo cuando tuvo el accidente, le cosió el labio, le puso los dientes en su sitio, le tranquilizó. También nos atendió cálidamente a mi esposa y a mí, con mucho cariño, con amabilidad. Nos trató como si fuéramos amigos y con sus palabras y su talante disolvió nuestra tensión y nuestra angustia.
Doy las gracias a Sandra, del equipo Santander Triatlón, por cuidar de mi hijo como una madre, por ocupar nuestro puesto de padres cuando no estábamos presentes y hacerle sentir a Alberto que no estaba solo, que allí estaba ella, que contara con su protección.
Doy las gracias a Nati, directora de la residencia de estudiantes donde ha estado viviendo mi hijo durante este curso, porque me ha cedido una habitación para poder quedarme en Santander, poder atender a mi hijo de cerca, prepararle papillas para comer, hacerle el seguimiento y animarlo. En esta habitación, en la que estoy escribiendo en estos momentos, me siento relajado y mi hijo sabe que estoy cercano a él, que estoy gestionando los trámites con la policía, la federación de triatlón, el hospital, el seguro de accidente.
Doy las gracias a Lucía, secretaria de la Federación Cántabra de Triatlón por su acogida, sus atenciones, su amabilidad. Es un volcán, pero un volcán cariñoso y operativo. ¡Ah, y gracias a Federico, el Presi, que ha estado presente y ha soportado mis historias y explicaciones!
Doy las gracias a los padres de Sandra, con los que compartimos una cena rápida en nuestro primer día de estancia, cuando estábamos todavía bajo los efectos de la intranquilidad. Nos recibieron y se ofrecieron para todo lo que necesitáramos.
Como veis, todo es gracia, es decir todo es gratis porque gratis me lo dan y agradecido lo recibo. Gratis me lo da la Providencia a través de las palabras amables y cercanas y a través de la generosidad de tantas buenas gentes.
Había pensando no decir nada del seguro de accidentes, pero voy a decir a los que leéis nuestro blog que no os fiéis ni un pelo de las aseguradoras porque cuando llega el momento de cubrir gastos te dejan tirado. Doy fe de ello. Y no voy a añadir más para no autodestruirme. Me quedo con todo lo bonito que he descrito anteriormente.
Un beso para tod@s y nos leemos en la próxima.
José Manuel

TRASLADO DE ÚLTIMAS COLMENAS

Voy a intentar ser breve en lo referente a este fin de semana  del 15 y 16 de junio porque el problema comenzó al terminar de trabajar con las abejas.
Comienzo. El viernes día 15, comenzamos el trabajo en pareja, Víctor y yo, con las últimas colmenas que me faltaban por subir a Añavieja. Yo me puse a quitar las alzas, a sacar los cuadros y Víctor a subirlos al camino y cargarlos en el todoterreno. Fue un trabajo seguido, bonito, esforzado y que concluimos hacia las 14:00.  Después de comer nos fuimos a El Pino a revisar las colmenas que había enjambrado (no aparecen en la foto, están a mano izquierda pero no cabían en la foto) y a revisar los núcleos y colmenas cazaenjambres que he capturado en estos dos meses (son las de la foto).
Como podréis observar, nuestras colmenas están en pleno monte, rodeadas de encinas, brezo, jara...
Después nos fuimos a extraer la miel de las alzas que habíamos cogido antes de comer. A las 20:30 comenzamos en Valverde a cerrar colmenas y a trasladarlas al remolque, subiendo la maldita cuesta. Y ahí empezó la feria. Nos picaban por todos los lados, estaban agresivas a más no poder. Víctor recibió la visita de 3 abejas dentro de su cara, el miedo entró en su mente y salió huyendo hacia Valverde. Al cabo del rato vino pero era más aconsejable que se fuera del lugar y me esperara lejos hasta que yo acabara de cargar las colmenas. Acabé de cargar, me puse en marcha y Víctor se montó cien metros más adelante. Volvimos y descargamos en Añavieja. Eran las 23:30. De esta tarde se me ha quedado grabada la frase de Víctor que casi provoca en mí una carcajada: "No me ha gustado nada esta experiencia". Pues vale, amigo, otro día será mejor.
A la mañana siguiente, sábado, cargamos las alzas en el carro, volvimos al asentamiento y las fuimos poniendo encima de las colmenas. El trabajo fue rápido, eficaz y sentimos la sensación de saber trabajar juntos en buena armonía. En la foto apreciaréis cómo ha quedado el segundo asentamiento, visto desde dos enfoques.
Después de acabar la puesta de alzas aún me dio tiempo de volver a Añavieja y coger un enjambre que se había colgado del techo de la nave de mi amigo Víctor. 
Os adjunto una fotografía de campo que hicimos el otro día. A ver si sois capaces de ver la reina; os doy una pista, lleva un puntito rosa en el tórax y su tamaño es el doble que el resto de las abejas.

Después, vuelta a Logroño, ducharme y ya eran las 13 horas cuando apareció mi señora, Carmen, y me dijo que nuestro hijo había tenido un accidente en Santander cuando iba en bicicleta. Volví a meter las cosas en la bolsa y salimos disparados hacia Santander, sin comer.
El resto de la aventura os lo cuento en el siguiente "relato".
Un abrazo.

martes, 12 de junio de 2018

TRASLADO DE COLMENAS, LLUVIA, BARRO...

Hola:
Duro fin de semana. El sábado, Día de La Rioja, lo pasé con mis amigos de Pasión Ciclista. Estuvimos poniendo alfombra nueva al local de bicicletas, desde las 8:30 hasta las 19:00, más o menos. Todo intensivo, agachados, doblados... Al acabar el día el cuerpo pedía descanso, con fuertes dolores de rodillas a causa del trabajo arrastrado durante la jornada, con dolores en mi hernia discal operarada como consecuencia del continuo ponerse depié y arrodillarse. Estando en la cama me dolía todo, TODO, me dolía hasta para girarme y cambiar de posición.
El domingo por la mañana me metí un buen tute con la bicicleta de carretera - 64 km - a una velocidad media de casi 30 por hora. Llegué a Logroño, comí rápido y me puse en ruta hacia Añavieja. Llegué, me cambié, viaje hasta Valverde y comencé a quitar las alzas de dos asentamientos de colmenas. Eran las 17:00 y no sabía qué hacer hasta que atardeciera y pudiera recoger las colmenas para subirlas a Añavieja, junto con las alzas. Me acerqué andando hasta avistar el barranco de El Cajo y allí pasé dos horas comiendo, medio tumbado y con fuertes dolores de  músculos.
A las 19:30 cargué las colmenas de los dos asentamientos y, en total, cargué casi 40 colmenas, junto con las alzas. El remolque iba con las ruedas aplastadas y el todoterreno llevaba 10 colmenas. Fue un recorrido lento para no reventar las ruedas. Cuando estábamos a punto de llegar a Añavieja se puso a llover. Al llegar al asentamiento, hacia las 21:30 me encontré con una de las sorpresas que más me ha encoraginado en los últimos meses: habían arado la finca a ambos lados del lugar del asentamiento donde iba a ir colocadas las colmenas y no quedaba apenas espacio para pasar. El suelo estaba embarrado y al final de la finca no tenía espacio suficiente para dar la vuelta con el todoterreno y el carro. Maldije mi suerte porque pasé momentos de angustia. Descargué las colmenas y dentro del remolque quedarán todas las alzas, ¡que tenían su peso! Pues bien, tiré con el remolque hasta el final de la finca y metí el todoterreno contra las encinas. Solté el remolque y, echándole lo que hay que echarle en situaciones así..., lo levanté, lo moví como pude y lo giré hacia la salida por donde había venido; volví a enganchar el todoterreno y el remolque y me fui hacia Añavieja. Todo esto lloviendo, de noche y con el suelo arcilloso. Antes de llegar al final de la finca el todoterreno y el carro se deslizaron sobre el suelo embarrado y arcilloso y tiraron 2 colmenas. Conseguí salir de la finca con angustia y totalmente empapado. Llegué a casa, cené un yogur y una manzana y me fui a la cama, totalmente apaleado, dolorido y desconcertado. Eran las 00:05.
A las 6:00 de la mañana me puse en marcha y volví al asentamiento para colocarles las alzas a las colmenas. Acabé de ponerlas y ya comenzaba a caer una ligera lluvia.
Bajé a Valverde otra vez y cargué todas las colmenas de un asentamiento. El remolque y el todorreno iban llenos, hasta la bandera. Llevé toda la carga al asentamiento de El Pino y la descargué. No llovía y aproveché para revisar todas las colmenas, tanto las que llevaba como las que había (en total unas 62).
Volví a casa para comer algo y dormir. A las 16:00 ya estaba embotando miel con mi tía Rosa y mi prima Rosa Mari. Comenzó a llover y se pasó toda la tarde en un continuo chirimiri. Dejé a mi tía y a mi prima y mi hermano Carlos y yo nos fuimos a ver el asentamiento que me había causado problemas el día anterior. Atravesamos la finca con el suelo embarrado, miramos los alrededores para encontrar agua para las abejas y... Montamos en el todorreno y allí empezó la odisea porque el suelo estaba totalmente deslizante, el vehículo se iba hacia un lado y hacia el otro, se averió la doble tracción y no había forma de avanzar. Mi hermano se puso a los mandos del vehículo, yo empujaba con todas mis fuerzas y no había forma de salir. Cuando conseguimos avanzar un poco, el vehículo se quedó varado al lado de las colmenas. Las abejas salían alteradas dispuestas a todo. Yo iba protegido pero mi hermano Carlos no se había puesto la careta y recibió de lo suyo. Así estuvimos cerca de una hora, patinando, maldiciendo... Cuando casi llegábamos al final de la fila de colmenas, patinando el coche, yo totalmente embarrado y calado, el todoterreno se deslizó, quedó un poco cruzado y derribó dos colmenas de sus bases. Una de las colmenas perdió la tapa y comenzaron a salir cientos y cientos de abejas. ¡Qué infierno! Al final de la finca había una rampa y no veíamos la manera de superarla. Pusimos ramas para que agarraran las ruedas, cargamos piedras para que hicieran más peso y no patinaran... Al final salimos al camino, totalmente embarrados, calados... En ese momento hicimos otra prueba más (una de las muchas) para ver si funcionaba la doble tracción y en ese momento volvió a funcionar la doble tracción, cuando ya habíamos superado todas las dificultades. ¡Dita sea!
Volví a casa y acabé de ayudar a mi prima y a mi tía a embotar toda la miel y poner las etiquetas. Acabamos hacia las 21:00.
Hoy es martes y me he levantado a las 7:00. Nuevamente está chispeando y anuncian más aguas para hoy para mañana. He decidido vestirme, lavar el todoterreno y volverme a Logroño porque no puedo hacer nada. Ya volveré el próximo viernes para retirar las alzas del último asentamiento que me queda en Valverde y ese mismo viernes, por la noche, cargaré las colmenas. Menuda paliza me espera porque tanto las alzas como las colmenas están en el hoyo del corral y hay que sacarlas al camino echándole muchas ganas. ¡Ayuda!
Menuda tralla llevo. Me duele todo el cuerpo, los brazos, los hombros, la hernia discal, el menisco roto. Espero no haber sido demasiado rollero, pero aquí os he plasmado una buena película para que hayáis entrenado la imaginación.
El próximo día os cuento más.
Salud y buena vida.
José Manuel

lunes, 4 de junio de 2018

MUCHO "CURRO", PERO HEMOS CATADO MIEL


Bien venidos y bien hallados a esta página.
Nuevamente, este fin de semana pasado ha sido de traca. Desde el viernes por la tarde, día en que llegamos a Añavieja, hasta el domingo todo fue correr, vivir con el ahogo del tiempo en el estómago y tensión en músculos y nervios.
El viernes llegamos a las 20:00 a Añavieja y Carmen se pasó el resto de la tarde-noche, hasta las 10:30, poniendo láminas de cera nueva a los bastidores y aún le quedó trabajo para el día siguiente. A su vez, María iba rellenando las colmenas con los bastidores de cera que Carmen preparaba. Yo preparé las 15 colmenas que necesité para el día siguiente, por la tarde. Además, preparé 23 alzas para reponer los bastidores de miel al día siguiente. Cuando ya anochecía me informaron que había un enjambre colgado del alero del tejado de una nave industrial. Había dicho que no cogería más enjambres pero si no cogía este podría meterse en ¡Dios sabe qué vivienda, casa, tejado… del pueblo!. Así es que estuve trabajando hasta más allá de las 10:30.
Nos pusimos a cenar a las 23:00, cansados. A la par estaba lloviendo y no dejaba preparar más cosas en el exterior del obrador. Nos acostamos más allá de las 24:00.
El sábado me levanté a las 7:00 y estaba en marcha con el todoterreno y el carro a las 7:30. Inicié el trabajo en el asentamiento más duro porque estaba de hierba hasta la rodilla, todo mojado y con amenaza de tormenta. El lugar era el temido corral en el que tengo metidas las colmenas (una hondonada), unos metros más abajo del camino y con una rampa final de salida que deja los músculos y las piernas agotados, sobre todo si se tiene en cuenta que subo la cuesta con alzas cargadas con miel que pesan entre 20 y 25 kg (casi todas ellas). Las abejas estaban con una mala uva que “daba para atrás” porque la tormenta amenazaba con convertirse  en ducha. Allí me pasé dos horas recogiendo los cuadros cargados de miel de todas las colmenas y sacando las alzas al camino. Y las abejas a lo suyo: picar, ponerme de mal genio y… Al principio trabajé con alegría y ligereza pero poco a poco se fueron empapando mis ropas, especialmente las botas y los pantalones, y las abejas no dejaron de darme picotazos a través de los guantes mojados. Acabé harto de las abejas, de la humedad y de la maldita cuesta que daba acceso al camino y por la que sufría llevando colgadas de mis brazos las alzas cargadas de miel.
Cerré el carro y me fui a otro asentamiento. Me cambié de guantes porque estaban empapados de sudor. En el siguiente asentamiento se puso a lloviznar y lo hice todo con ligereza porque no tenía ganas de vivir la mañana empapado. Todo fue muy rápido.
En el último asentamiento trabajé rápido pero un poco decepcionado porque tengo varias colmenas que se han vuelto zanganeras y no avanzan. Así es que el próximo fin de semana las cambiaré de lugar, les meteré jabardillos pequeños con reina nueva en cada colmena y espero que salgan adelante y estén productivas para el mes de agosto.
Había salido de casa a las 7:30 con la intención de volver a ella hacia las 11:30, pero el curro fue duro y volví a las 13:30. Descargamos las alzas e inmediatamente Carmen se puso a sacar miel con ayuda de mi tía Rosa. María sacaba y metía los bastidores en los extractores de miel y yo cargaba el remolque con las colmenas preparadas por María. Esas colmenas me servirían para trabajar por la tarde y poder pasar núcleos a colmenas.
Comimos y, por la tarde, Carmen, María y la tía Rosa estuvieron extrayendo miel. Yo bajé a otro asentamiento y estuve pasando núcleos a colmenas. Después me fui al asentamiento de El Pino, donde tengo puestas 28 colmenas cazaenjambres con los enjambres que he capturado en el mes de mayo. Revisé todas, marqué las que ya tenían reina y estaban poniendo huevos y me volví a Añavieja.
A las 8:30 ya habían terminado de sacar toda la miel (¡300 y pico kg!) y Carmen y yo nos fuimos a la iglesia para recoger el núcleo que contenía el enjambre de abejas que se había colado detrás del retablo. Retiré las tablas, cerré la piquera de entrada al núcleo y lo saqué fuera de la iglesia. Pero el núcleo no se cerraba bien y escapaban muchas abejas. Me lo llevé rápidamente al todoterreno y le puse cinta de carrocero en las aberturas. Cuando volví a la iglesia me encontré con que a mi señora esposa, Carmen, le había picado una abeja en el párpado y se le estaba hinchando rápidamente (Carmen es alérgica, o algo parecido). Así es que ella se cogió el coche y se fue al centro de salud a que le pincharan una inyección de Urbasón. Yo cogí otros cuatro enjambres que habían caído en los cazaenjambres durante esta semana y me fui a llevarlos a El Pino. Total: 32 enjambres. ¡Qué locura!
La mañana del domingo la pasé almacenando alzas con bastidores vacíos de miel y organizando todo el almacén. Después nos fuimos a la iglesia a intentar recomponer el retablo mayor, con sus paneles de madera. Pusimos a Santa Engracia en su sitio y nos dio el tiempo justo para cambiarnos y volver para celebrar la misa de Corpus Cristi.
Eso es todo. Ahora que lo releo me parece una locura porque llevamos dos fines de semana de agotamiento, aunque en éste último ya hemos sacado miel. 
El próximo fin de semana, que es puente en Logroño, día de La Rioja, fiesta de San Bernabé (patrón de Logroño), volveré yo solito a Añavieja a revisar colmenas, pasar los últimos núcleos a colmena, embotar la miel y trasladar las colmenas de los asentamientos que están a menos altura (se está acabando el tomillo) a mis asentamientos de Añavieja que están a 1.000 m de altura (todavía hay romero y el tomillo chuta fuerte).
Os cuelgo dos fotografías que hizo mi hija María cuando estaban sacando miel. Carmen no se dejó hacer fotografías con el ojo hinchado, así es que lo dejamos ahí y que cada cual se imagine el ojo.
Un abrazo.
José Manuel