miércoles, 12 de octubre de 2016

DOS MESES DE SUFRIMIENTO Y REFLEXIÓN

Buenas noches, deseada esperanza.
Desde ayer, martes, hasta hoy miércoles (12 de octubre, día del Pilar) llevo dos días de dolor de cabeza. Sí, sí, dolor de cabeza, migraña, como consecuencia de pérdidas de visión (visión borrosa que permanece como visión durante aproximadamente 45 minutos, a veces un poco más). Cuando recupero la visión me invade una jaqueca o migraña que me atonta, no me deja pensar con lucidez y más que caminar por la vida creo que me dejo llevar como un zombi. Ayer tuve pérdida de visión mientras impartía clase de Valores a mis alumnos; una hora y media después, en la reunión de Equipo de Nivel volví a tener nueva pérdida de visión. Al llegar a casa, comí y me tumbé en el sofá para dormitar y después pasee durante un rato, erráticamente, por el parque.  Hoy, 12 de octubre, he practicado bicicleta durante 1 hora y cuarto, rodando, sin forzar y al llegar a casa he vuelto a tener pérdida de visión antes del mediodía. Por la tarde he tenido nueva pérdida de visión y nueva jaqueca.
¿Qué le sucede a mi cuerpo? Creo que está diciéndome que ya era hora de que me ocupara de él y que relajara un poco porque con mi colitis ulcerosa con sangre y mis pérdidas de visión se está degradando poco a poco.
Todo viene a cuento de que durante los meses de agosto y septiembre mi madre ha caído muy enferma, ha sufrido mucho, muchísimo, ha ido agonizando en un continuo y permanente dolor. Los turnos de estancia a su lado de mañana, tarde y noche nos han ido agotando a todos, o por lo menos a mí. He mantenido el tipo (bueno, eso es un decir) y cuando por fin falleció mi madre el día 1 de octubre comencé a darme cuenta de que yo estaba hecho una miseria (diarreas continuas, expulsión de sangre... y ahora pérdidas de la visión y jaquecas). No lo cuento por ahí por no ir de "hombre doloroso" y crear preocupación y angustia en mi entorno, pero ¡qué duro y emocionalmente inestable se mantiene mi cuerpo y cómo repercute en mi mente!
Han transcurrido 10 días desde entonces y soy consciente de que necesito encontrarme a mí mismo y mirar con sosiego, con paz interior y con mimo a este hombre que ahora os escribe esta reflexión y que anda luchando en la vida y en el colegio dando lo mejor de mí mismo, pero bastante mermado.
Después de todo lo dicho podréis comprender que desde el mes de agosto no haya escrito nada en este blog, de que las abejas han pasado a un segundo plano y que las incidencias habidas durante estos meses se hayan quedado olvidadas o guardadas en un oscuro túnel.
El verano ha sido muy seco, extremadamente virulento en calores y en falta de alimento para las abejas. Algunas colmenas han muerto por falta de alimento o de agua y la mayoría de ellas ha quedado mermada en el número de abejas. Cuando subí las colmenas de Valverde de Ágreda, después de pasar la primavera, muchas de ellas subían fuertes, llenas de abejas. Las coloqué en dos asentamientos, uno de encina y brezo y otro de roble y brezo, con agua cerca para saciarse. Pero...
Pero la sequía no dejó llorar a la carrasca ni al roble, tampoco dejó que el brezo brillante fuese tierno y jugoso para obtener néctar de él. Sólo los amaneceres un poco frescos dieron algo de trabajo a las abejas pues el brezo "se ponía tierno" y podían libar.
Pensaba que este año íbamos a sacar muchos kilos de miel, y además miel buena, de brezo, potente, energética. Pues de eso nada de nada. Obtuvimos 120 kilogramos en los primeros días de agosto, cuando vino TVE de Castilla y León, y de ahí en adelante empezó la ruina.
El pasado fin de semana catamos nuevamente la miel y obtuvimos otros 200 kg que estarán disponibles y a la vente dentro de dos semanas, cuando la miel haya madurado. Total, ¡320 kg!, una ruina, menos de la mitad que el año pasado.
Así es que este año es de esos que en las efemérides hay que olvidar porque han quedado afectados tres elementos constitutivos de importancia: la vida que se ha ido, la salud que se ha degradado y la producción que no podrá ser de gran ayuda para otros.
Es todo, amigos y amigas. No sé si me he confesado o si me he propuesto dar pena, pero es lo que ahora fluye por mi mente, la cual adolece de cierta jaqueca.
Pido a la Providencia que me dé energía para afrontar mañana las clases y ser el mejor yo de mí mismo para darles a mis alumnos lo mejor, lo más cercano, cariñoso y profesional vocacionado que subyace en mi fuero interno.
Un abrazo para tod@s.
José Manuel

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