jueves, 3 de julio de 2014

UN CLAMOR QUE CLAMA AL CIELO

Hola a todos:
Esta mañana hemos enviado unos eurillos a Pedro Luis para que tenga un poco de apoyo para la causa de los pobres. Sólo han sido 3.500 € y nos hubiera gustado enviarle más. Ya veremos más adelante si es posible, si vendemos la miel que hemos sacado en primavera.
Me voy a tomar la libertad de poneros algunos retazos de las "memorias" de Pedro Luis, carmelita descalzo que está inmerso en la causa de los pobres en un barrio de Tucumán. Él no es especial, especiales lo son todos aquellos que dan su vida y se entregan a la causa por los más pobres, y él es uno de ellos. 
Las líneas que transcribo las escribía Pedro Luis a los pocos días de llegar a su nuevo destino, habiendo dejado Sucumbíos en buenas manos. Me las envió y yo os las participo. Al leer estos textos me da vergüenza ajena la falta de ética de muchos de nuestros políticos que sólo buscan llenarse el bolsillo y dejan tirados a los pobres, a la gente sencilla y sin recursos.
Ahí va este regalito.

"Llevo dos días en Tucumán y me entero que hay un proyecto “Navidad para todos”, por el que se les da a un grupo de familias pobres un presente por Navidad… Lo patrocina Cáritas Diocesana. Y mañana, jueves, van a llevarles las invitaciones para la primera reunión de tres que van a tener. Yo me apunto a la primera para acompañar a Mariela y Nadia que son de las supervivientes que comenzaron a hacer las visitas. A nadie le gusta entrar en el Chivero, un barrio ganado al espacio de las viejas vías del tren casi en desuso. No es que no les guste entrar, sino más bien es que no entra nadie… la fama “justamente” ganada del barrio, invita a no plantearse el tema, de ahí la cara de sorpresa de Mariela cuando escucha que el Padrecito quiere acompañarlas…Entramos al barrio, siguiendo la vía del tren, inundada de basura, que en tiempos funcionaba y ahora da paso ¡alguna vez! a un tren de mercancías. Al lado derecho se apiñan las ¿casas? de la gente, por familias, con unos estrechos pasillitos entre ellas. En Argentina, a estos lugares se les llama “villas miseria”, pero a mí me parece que esta no llega a villa, creo que se quedó sólo con lo de miseria… Comenzamos a entregar las invitaciones y a presentar al cura para que lo conozcan y pueda en un futuro venir solo por estos caminos. En este momento no puede venir solo, pues es peligroso. “Hola, somos de la parroquia San Juan de la Cruz… Queremos dejarle la invitación para la reunión de las familias censadas… les esperamos. Este es el Padre Pedro, que acaba de llegar nuevo a la parroquia. Mucho gusto…” Caras de extrañeza que el padre venga al barrio… ¡es la primera vez! , dicen, aunque ya sabíamos que el P. Wilson sí entró por aquí… Al padre nuevo, le cuesta entender que la gente pueda vivir en esta situación de miseria. Nunca había visto en su vida casas construidas con plásticos, puertas rotas, tablas viejas, somieres… rodeadas de tanta basura, sin baños, sin… sin nada.En una de las primeras casas, una señora nos dice que quiere que llevemos a su hijo de once años a algún sitio, porque anda por la calle y los vecinos le están invitando a drogarse.Otra casa, y otra más, y sale con los ojos desorbitados, brillantes, suponemos que el amigo de Manuel, un joven de unos 20 años. Su cara no parece estar así por la siesta mal dormida… quizás tiene otras cosas…Y a mí me llegan las dudas y pensamientos… ¿no es esto un paternalismo contraproducente? y me tranquilizan la conciencia las palabras de Mariela, persona de fundamentos, que me dice que ha sido muy interesante el primer año y único que se hizo este tema, y que gracias a esto la parroquia entró por primera vez en el barrio y que a pesar de las deficiencias es interesante… Y yo, a cumplir el sabio consejo que me dieron cuando llegué a Sucumbíos hace 16 años: ¡oír, ver y callar! cuando no entiendas algo, no juzgues, no hables, observa… y cuando lleves 5 años, ya puedes dar tu opinión… ¡qué bueno! Ya quedan menos de 20 invitaciones, una es para la Señora Petrona sobre la que me pone en conocimiento Mariela: “Ya verá, padre, qué señora. Tiene casi 20 nietos a su cargo porque los hijos todos se drogan, pero es una mujer de una fortaleza…” Llegamos a su casa y por su cuerpito, pequeño y encogido, no daba a entender la fortaleza de la que me hablaban. Con ella salieron varios de los veinte y un joven mayor, con los ojos y aspecto “raros”… Nos recibe con disculpas… no pudo ir a recoger las cositas que el jueves le daban de Cáritas en la parroquia. “No pasa nada, señora Petrona, vaya cuando pueda, se lo darán igual”. Los nietos, avispados, simpáticos… salían de la oscura casita de suelo de tierra y paredes de tabla que amenazaban ruina y saludaban educadamente. Mi ánimo estaba demasiado afectado por lo que estaba viendo, y mi cabeza seguía trabajando y dándole  vueltas a un mismo pensamiento: ¡qué futuro les espera a todos estos pequeños!

Bueno, amigos, creo que este tipo de escritos testimoniales nos ayudan a valorar más la vida y a las personas que nos rodean. Esto que leemos y reflexionamos es VIDA y por esta causa y otras parecidas merece la pena luchar.
Recibid un abrazo de José Manuel

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