Hemos vuelto de Añavieja reforzados en nuestro compromiso. Nos quedaba poca miel por vender y según veníamos de camino ha habido más pedidos a los que no podemos atender plenamente porque tenemos que repartir la miel entre muchos demandantes.
Vivir la experiencia de vender una miel tan maravillosa para proyectos de gente tan necesitada hace que el cliente valore el producto y el destino. La Providencia hace el resto, que no es poco. Nos quedan menos de 100 kg en existencias. Desde finales de septiembre, cada dos semanas vendemos 100 kg de miel, aproximadamente.
Estamos satisfechos por la gran demanda que hay, pero este año nos tememos que no podremos atender más pedidos a partir de diciembre. Y de verdad que lo sentimos porque si hubiéramos dispuesto de más miel seguro que las ganancias hubieran ido destinadas a apoyar más proyectos.
El próximo año intentaré esforzarme más para obtener más miel de las abejas, pero es que mis conocimientos y mi tiempo disponible no dan para más. Este año acabo muy cansado por haber atendido a muchos frentes: las clases con los alumnos, los proyectos del colegio vividos a tope (el huerto escolar, los alumnos con necesidades educativas), haber hecho enjambres... A veces tengo la sensación de que no voy a poder hacer más y vuelvo a Logroño, desde Añavieja, derrengado.
Os adjunto unas fotos de cómo estaban las colmenas esta mañana, domingo a las 10:00 horas. Hacía frío y no se movían las abejas. Observad el encinar en el que tenemos las colmenas, es naturaleza pura, campo resguardado de los fríos vientos, tranquilidad serena... Una gozada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario