domingo, 31 de diciembre de 2017

SON LAS 20:00 Y DENTRO DE CUATRO HORAS COMIENZA 2018

Hola:
No sé cómo comenzar este relato porque el sentimiento de la Navidad sigue vigente en mi interior y me invita a ser comprensivo con cuanto acontece, a ser generoso con cuantos necesitan y a ser agradecido con cuantos me ayudan y se ponen en mi lugar para darme fuerza.
Comienza el año nuevo 2018 y me importa muy poco porque lo interesante está en cada hora que pasa y en lo que hago durante ese plazo. Me importa muy poco si hay uvas, turrones y otros alimentos que parecen propios de estos días. Pero sí me importa la relación con las personas, primero con los que tengo más cerca (mi mujer, mis hijos) y así poco a poco ir extendiendo mis vínculos y afectos con los que me rodean. Por esto, por esas relaciones, por el cariño mostrado entre nosotros, por la cercanía, por compartir velada, sonrisas, ocurrencias... merece la pena esta última noche del año y la comida de mañana.
En estos días vienen a mi mente las muchas navidades pasadas en el pueblo de Añavieja, en casa de mi abuela Crescencia, todos apretados en un espacio reducido, con cena de las de antes, sin calefacción en la casa pero calientes porque el hogar económico (de leña) y el calor que despedían nuestros cuerpos hacían la estancia más cálida. El exterior de la casa estaba blanco, las navidades siempre eran blancas, con una buena capa de nieve y los buenos ratos pasados lanzándonos bolas de nieve entre primos y hermanos llenaban nuestros ratos de ocio. ¡Quién pudiera volver a vivir aquellos tiempos! O al menos que los vivieran mis hijos para que supieran lo que era vivir felices teniendo a nuestro alcance pocos placeres pero sí muchos cariños.
Estos días nos reunimos con el mayor de los cariños, cada uno aporta lo suyo, todos cenamos y comemos en un buen ambiente de acogida. Pero hecho en falta la nieve, la cual creaba un ambiente especial, estabas en casa y sentías y valorabas el calor del que disfrutabas y los villancicos que cantábamos parecían más realidad.
¡En fin, en fin, que estas vivencias se van quedando en el recuerdo!
Y cambiando de tema, diré que ayer, mientras alimentaba a las abejas (no hay nada en el campo, sólo sequía y pobreza) tuve la amarga experiencia de recoger 12 colmenas muertas. ¡Sí, 12 colmenas! Esto es una ruina, nos estamos cargando el planeta, no llueve, no nieva y el campo y sus tierras no se llenan de sangre para que las plantas den su fruto. Vuelvo a las andadas del año pasado y todo lo que había soñado pensando que este año aumentaría el número de colmenas, se ha ido al garete. En menos de 2 meses he pasado de tener 75 colmenas a quedar 55 colmenas. Vuelta a empezar.
En fin, que la tristeza me embarga. He montado dos apiarios preciosos, prácticos. He preparado bidones con inventos míos para que tuvieran agua las abejas de forma continuada, he creado el carretillo, me he gastado un pastón en el toldo para el carro de transportar las colmenas y... Y ahora no llueve ni nieva.
Esto es todo por hoy. Un poco triste, pero es así.
Un abrazo a todos y que disfrutéis de un próspero año 2018.
JManuel

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