sábado, 18 de mayo de 2019

NOCHE DE LLUVIA EN AÑAVIEJA

Hola.
Estuve de visita en Añavieja desde la tarde del jueves, 16 de mayo, hasta el mediodía del viernes, 17 de mayo. Llevé un grupo de enjambres (núcleos) a dos amigos y ya me quedé a dormir en Añavieja con la sana intención de ver a mi padre, el cual llevaba unos días un poco débil.
El jueves llegué a Ágreda a final de la tarde, cuando ya estaba lloviendo. Después me dirigí a mi pueblo, Añavieja. Estuvo lloviznando suavemente durante toda la noche, hasta el amanecer. Dormí intranquilo, me desperté en varias ocasiones y no conseguí conciliar un sueño reparador. Así es que me levanté de madrugada, cuando todavía lloviznaba. Me notaba cansado, sin energía mental, con chisporroteos en la visión.
Bajé hasta Valverde a alimentar a las abejas y volví hacia Añavieja. Ayudé a mi hermano Carlos en la granja de cerdos para hacer dos tonterías y me vine a Añavieja. Por cierto, mi hermano miró en el vasito de medir el agua de lluvia y me dijo que habían caído 38 litros de agua durante la noche. Estuve visitando a mi padre, al cual vi en buen estado, más animoso que cuando había estado con él durante el fin de semana pasado. Cogí el coche y llegué a a Logroño a tiempo para comer.
Me sentía cansado, tenso, mal dormido y al final de la tarde tuve dos pérdidas de visión que conseguí recuperar con relajación. Pero el mal ya estaba hecho y me sobrevino una jaqueca (me sucede lo mismo cada vez que pierdo la visión). Permanecí en ese estado de malestar general, de anonadamiento, de falta de frescura mental hasta que me acosté.
Hoy he practicado la bicicleta de carretera para quitarme ese abotargamiento mental. Pensaba pedalear durante hora y media a buen gas, pero lo que he conseguido es "ponerme de peor gas" porque a los 15 minutos de salir he sufrido dos pinchazos. Así es que he vuelto a casa y sólo he recorrido 34 kilómetros.
¿Por qué cuento esto, como si fuera la agonía de un famoso? Pues lo cuento porque ahora estoy relajado, se me ha pasado el dolor de cabeza, he conversado animadamente con mis familiares durante la comida (especialmente mi querida suegra, Mari Carmen).
¿Ha cambiado algo? No. He cambiado yo y mi forma de ver la vida, me he relajado, he disfrutado con la conversación telefónica mantenida con mi hijo Alberto cuando me ha contado que había recorrido una distancia de 42 km  por caminos de montaña con dos amigos, con un desnivel acumulado de casi 2.000 metros.
Por eso, amigos y amigas, creo que lo bonito es vivir, sacarle el máximo partido a cada día, disfrutar de las relaciones humanas y procurar crecer y mejorar en cada detalle, en cada acción, en cada gesto que nos implica con las personas con las que compartimos VIDA.
Y no se me vayan de juerga porque luego vienen los dolores de cabeza.
Un abrazo.
José Manuel

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