lunes, 28 de mayo de 2018

UN FIN DE SEMANA PARA NO OLVIDAR

¡Cómo pasan los años y cómo van bajando mis energías! Yo ya intento dar el máximo de mí mismo pero es que no doy para más. Me explico.
Desde el viernes por la noche hasta el domingo a las 14:30 todo fue un trote continuo en el que le exigí al cuerpo lo más de lo más y descubrí que mentalmente soy fuerte, que soy capaz de tirar del carro y no descansar hasta concluir, pero es que los años (¡los años!) van cayendo y aparecen las lesiones. Mi dolor de rodilla lo he salvado medianamente con la ayuda de la rodillera de presión y el dolor de la hernia discal lo soporté el sábado con la ayuda de la faja de comprensión, pero el domingo no me la puse pensando que no era necesario y... Además los movimientos de cargar y descargar colmenas, de subir peso en altura sin haber estirado antes los músculos me provocan contracturas. Bueno, todo fue un cúmulo de circunstancias que hicieron que ayer, domingo, mi cuerpo estuviera dolorido y acabara en la bañera con agua caliente y mucha sal para soltar los músculos. Eso por no hablar de las subidas de bola de los tríceps de las dos piernas, pues el sábado por la noche se subieron los dos a la vez cuando ya estaba dormido en la cama. ¡Qué despertar tan angustioso! No me podía mover de la cama, el dolor era espantoso. Carmen me estiró los dos pies y después paseé por el pasillo para soltar músculos, pero con un miedo terrible a meterme en la cama. Cuando me levanté, lo primero que me sucedió es que se volvió a subir otra vez una de las bolas.
El viernes por la noche, a la llegada a Añavieja, fue de zafarrancho preparando el material que necesitaría el sábado: cajas para pasar núcleos, alzas para poner a las colmenas fuertes... Cené tarde y me fui a la cama.
El sábado me levanté a las 6:30 y la tarea fue continua y dura pasando núcleos a colmenas y a la vez lloviendo suavemente pero de forma continuada. Tuve que parar porque aquello me estaba empapando, y eso que llevaba un chubasquero de ciclismo puesto sobre el buzo blanco. Continué toda la mañana poniendo alzas, pero tuve la mala suerte que en el asentamiento más alejado del camino no pude entrar a la finca porque la tierra de la finca estaba removida con el cultivador y había caído mucha agua, con lo cual el atasco estaba asegurado. Tuve que coger las alzas y llevarlas a mano hasta el colmenar, con el suelo de la finca encharcado. Viaje va, viaje viene.  ¡Un palo de los buenos! A esto lo llamaría yo cura de humildad y bajada de humos.
Además, y durante todo el día, las abejas estuvieron agresivas al máximo. No recordaba yo un día en el que hubieran estado tan excitadas. Creo que era a causa de la tormenta. A mi alrededor revoloteaban cientos de abejas, además de las que se posaban en mis manos y me clavaban el aguijón. No creo exagerar si digo que que me picaron más de 100 abejas. Los guantes estaban empapados y llenos de aguijones. Sentía cada picotazo como si me estuvieran aplicando una sesión de suplicio chino. No creo que en mi vejez tenga problemas de artrosis después de tanto picotazo.
En el último colmenar no podía con mis huesos y para colmo estaban llenas de miel todas las alzas. Me decía para mis adentros que lo que me estaba sucediendo no podía ser cierto porque este fin de semana no tenía tiempo para sacar miel y por contra todo estaba a rebosar. Así es que fui retirando 2 bastidores de cada alza y se los iba poniendo a otras colmenas que tenían menos miel. Todo fue un trasegar de cuadros sin miel y de cuadros con miel. Dejé las colmenas listas para que trabajaran durante esta semana. El próximo fin de semana va a ser agotador porque tendré que recoger todos los bastidores de todas las alzas de 30 colmenas, cargarlos y subirlos al camino (¡maldita cuesta del corral!). Me espera una buena paliza. Además, y para culminar la mañana del sábado, fui a un lugar donde había puesto 10 cazaenjambres y todos tenían abejas. Pasé los enjambres de las colmenas viejas a núcleos y llegué a casa a tiempo para comer. Eran las 14:30 y yo estaba molido.
Después de comer me llamaron para que cogiera un enjambre que estaba colgado del alero de una nave industrial (lo podéis ver en las dos grabaciones). Con la ayuda de la pala de un tractor que me elevó hasta el alero y algo de arrestos metí el enjambre en una colmena y lo dejé en el tejado para cogerlo a la tarde, cuando se hubieran metido todas las abejas.
Comí y me fui con mi hermano Carlos a mejorar el asentamiento de El Pino, en Añavieja. Llevamos 1000 litros de agua en un depósito y lo colocamos encima de una plataforma de palés. Después le puse un bebedero dosificador de agua para las abejas y quedó todo de maravilla. Un buen trabajo, especialmente porque llevaba la firma de mi hermano Carlos en la que todo está medido, comprobado y matizado.
Después bajé al último asentamiento de la mañana donde había dejado los 10 enjambres metidos en núcleos. Los cargué y vine a Añavieja. Cargué las colmenas cazaenjambres que había por la era, volví a colocar el tractor con la pala bien enhiesta, trepé por la pala, cogí la colmena del tejado y la puse en la pala. Después descendí lo mejor que pude al suelo, bajé la colmena, la cargué en el carro, junto con las otras colmenas. Fui a casa de Pili y de Abundio donde había dejado dos colmenas en la pared (con sendos enjambres dentro) el día anterior, los cargué en el remolque y me fui a El Gallinero. Cargué otras cuatro colmenas cazaenjambres que estaban a un metro del suelo, lo cual resultó fácil.
Avancé 30 metros y fui a coger 4 colmenas cazaenjambres que había dejado preparadas el día anterior, por la noche. Eran las 21:15 y ¡santo Dios!, se había metido un quinto enjambre en otra colmena y dos enjambres más se habían colgado de otras dos colmenas, por el exterior. Estaban debajo de cada colmena y entre los ríos de las tejas del tejado. Tuve que ir a buscar otras dos colmenas vacías, descargar en su interior los enjambres que colgaban y poner las piqueras de entrada frente a las abejas que habían quedado fuera. Poco a poco las abejas del exterior fueron entrando en cada colmena al reclamo de cada una de las reinas que había en su interior; y fueron pasando los minutos.
Acabé de cargar cuando ya eran las 22:30 (noche cerrada) y me dirigí con mi carga al asentamiento que había habilitado con ayuda de mi hermano Carlos. Descargué todos los núcleos que iban en el todoterreno y las colmenas que había cargado en el carro. Total: ¡20 colmenas y 8 núcleos!
Llegué a casa a las 23:00, cené algo y me fui a la cama para "disfrutar" de la subida de bolas (tríceps) hasta la 1:00 de la mañana.
El domingo me levanté a las 6:30, preparé 23 alzas con cuadros de cera estirados y sin estirar (son los que utilizaré el próximo fin de semana para coger la miel de las alzas que no he podido recoger este fin de semana pasado). Eso me llevó su tiempo. También preparé algunas colmenas para pasar los núcleos el próximo fin de semana. Después preparé y cargué en el todoterreno 15 alzas sin cera y las subí al obrador. Este próximo viernes por la noche, cuando llegue de Logroño a Añavieja, destinaré 3 horas a poner láminas de cera sin estirar en esas 15 alzas (180 bastidores) porque los necesito para sustituirlos en las alzas por los bastidores que voy a coger cargados de miel.
Después nos fuimos a misa (Fiesta de la Santísima Trinidad! ¡La Santísima Trinidad!, qué misterio, ¡qué inventos de Iglesia que hoy no dicen nada a los POCOS que todavía vamos a misa!). Al llegar a la iglesia descubrí con sorpresa que un enjambre de abejas se había metido en el ábside de la iglesia. Después de la misa fui a por las herramientas (buzo, careta, humo, núcleo). Retiré la imagen de Santa Engracia, retiré las tablas que hacían de fondo de la imagen y apareció el muro de piedra de la iglesia. Frente a mí estaba un traga luz estrecho, abovedado y, ¡colgando de la piedra abovedada!, había un enjambre. Eché humo, cogí una caja de cartón y, dando un manotazo hacia abajo, hice caer las abejas dentro la caja. Después volqué las abejas en el núcleo, tapé el núcleo y allí se quedó a la espera de que se metieran el resto de abejas que quedó volando. El próximo sábado, por la noche, cogeré el núcleo con el enjambre dentro y lo llevaré a El Pino.
Después bajé a tomarme un mostito al bar. Me encontré a mi primo José Alberto, el cual me dijo que un enjambre se había metido en su nave industrial y colgaba de una viga de hierro del techo. ¡Oh no, este fin de semana tenía pinta de no acabar nunca! Estaba tan harto de abejas, de enjambres y de colmenas que bajé a la nave, me ayudé de una escalera, me subí a una estantería y colgado en mala posición alcancé a llegar hasta la viga del techo, puse una caja debajo del enjambre sujetándola con la mano izquierda. No llevaba guantes, ni careta, ni buzo blanco, ni humo. No llevaba nada. Empujé las abejas hacia abajo, hacia la caja, con la mano derecha. La mayor parte de ellas cayó dentro, si exceptúo a algunas que me picaron en las manos y en el muslo. Esta acción no se debe ejecutar NUNCA del modo en el que yo lo hice, sin protecciones, pero estaba tan harto, tan agotado, tan... Después pasé las abejas de la caja a un núcleo y las llevé a otro lugar para transportarlas al asentamiento de El Pino el próximo fin de semana.
Así es que el domingo por la tarde, cuando llegué a Logroño, me quedé dormido en el sofá, después me puse agua caliente con sal en la bañera y relajé músculos.
El próximo fin de semana volveremos los tres (padre, madre e hija; parecemos la SantísimaTrinidad) a Añavieja a sacar miel (catar) y a revisar todo el trabajo que he realizado este fin de semana pasado, además de pasar núcleos a colmenas y de hacer otras trabajos como rehabilitar viejas colmenas  (clavar tablas y chapas de hierro, desinfectar, ajustar piqueras...) porque me he quedado sin nada. He pasado de 28 colmenas que tenía a mediados de marzo a las 110 que tengo actualmente (bueno, muchas son pequeños enjambres). Pero esto no acaba ahí porque mi tía Rosa me ha llamado a mediodía para decirme que ya hay nuevos enjambres. ¡¡¡Nooooo!!!
Ya disculparéis el rollo que os metido, pero a mí me ha servido para reflexionar y hacerme consciente del curro que lleva este proyecto. Parece que todo sale maravillosamente, pero es que antes de ponerme a realizar las cosas me pasé mucho tiempo planificándolas y por eso salen de forma hilvanada, aunque no tan perfectas como cuando las pienso. Estos días planificaré lo que voy a hacer el próximo fin de semana y ya evaluaré cómo me van las cosas.
El próximo fin de semana más. Un abrazo y un saludo a todos y a todas.
José Manuel
Ahí me tenéis cogiendo un enjambre colgado del alero de una nave industrial.








2 comentarios:

  1. Tómeselo con calma, que será mejor

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  2. Yo también tengo un pequeño colmenar y este año es frenético. Sobre todo para no perder enjambres.

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