lunes, 4 de junio de 2018

MUCHO "CURRO", PERO HEMOS CATADO MIEL


Bien venidos y bien hallados a esta página.
Nuevamente, este fin de semana pasado ha sido de traca. Desde el viernes por la tarde, día en que llegamos a Añavieja, hasta el domingo todo fue correr, vivir con el ahogo del tiempo en el estómago y tensión en músculos y nervios.
El viernes llegamos a las 20:00 a Añavieja y Carmen se pasó el resto de la tarde-noche, hasta las 10:30, poniendo láminas de cera nueva a los bastidores y aún le quedó trabajo para el día siguiente. A su vez, María iba rellenando las colmenas con los bastidores de cera que Carmen preparaba. Yo preparé las 15 colmenas que necesité para el día siguiente, por la tarde. Además, preparé 23 alzas para reponer los bastidores de miel al día siguiente. Cuando ya anochecía me informaron que había un enjambre colgado del alero del tejado de una nave industrial. Había dicho que no cogería más enjambres pero si no cogía este podría meterse en ¡Dios sabe qué vivienda, casa, tejado… del pueblo!. Así es que estuve trabajando hasta más allá de las 10:30.
Nos pusimos a cenar a las 23:00, cansados. A la par estaba lloviendo y no dejaba preparar más cosas en el exterior del obrador. Nos acostamos más allá de las 24:00.
El sábado me levanté a las 7:00 y estaba en marcha con el todoterreno y el carro a las 7:30. Inicié el trabajo en el asentamiento más duro porque estaba de hierba hasta la rodilla, todo mojado y con amenaza de tormenta. El lugar era el temido corral en el que tengo metidas las colmenas (una hondonada), unos metros más abajo del camino y con una rampa final de salida que deja los músculos y las piernas agotados, sobre todo si se tiene en cuenta que subo la cuesta con alzas cargadas con miel que pesan entre 20 y 25 kg (casi todas ellas). Las abejas estaban con una mala uva que “daba para atrás” porque la tormenta amenazaba con convertirse  en ducha. Allí me pasé dos horas recogiendo los cuadros cargados de miel de todas las colmenas y sacando las alzas al camino. Y las abejas a lo suyo: picar, ponerme de mal genio y… Al principio trabajé con alegría y ligereza pero poco a poco se fueron empapando mis ropas, especialmente las botas y los pantalones, y las abejas no dejaron de darme picotazos a través de los guantes mojados. Acabé harto de las abejas, de la humedad y de la maldita cuesta que daba acceso al camino y por la que sufría llevando colgadas de mis brazos las alzas cargadas de miel.
Cerré el carro y me fui a otro asentamiento. Me cambié de guantes porque estaban empapados de sudor. En el siguiente asentamiento se puso a lloviznar y lo hice todo con ligereza porque no tenía ganas de vivir la mañana empapado. Todo fue muy rápido.
En el último asentamiento trabajé rápido pero un poco decepcionado porque tengo varias colmenas que se han vuelto zanganeras y no avanzan. Así es que el próximo fin de semana las cambiaré de lugar, les meteré jabardillos pequeños con reina nueva en cada colmena y espero que salgan adelante y estén productivas para el mes de agosto.
Había salido de casa a las 7:30 con la intención de volver a ella hacia las 11:30, pero el curro fue duro y volví a las 13:30. Descargamos las alzas e inmediatamente Carmen se puso a sacar miel con ayuda de mi tía Rosa. María sacaba y metía los bastidores en los extractores de miel y yo cargaba el remolque con las colmenas preparadas por María. Esas colmenas me servirían para trabajar por la tarde y poder pasar núcleos a colmenas.
Comimos y, por la tarde, Carmen, María y la tía Rosa estuvieron extrayendo miel. Yo bajé a otro asentamiento y estuve pasando núcleos a colmenas. Después me fui al asentamiento de El Pino, donde tengo puestas 28 colmenas cazaenjambres con los enjambres que he capturado en el mes de mayo. Revisé todas, marqué las que ya tenían reina y estaban poniendo huevos y me volví a Añavieja.
A las 8:30 ya habían terminado de sacar toda la miel (¡300 y pico kg!) y Carmen y yo nos fuimos a la iglesia para recoger el núcleo que contenía el enjambre de abejas que se había colado detrás del retablo. Retiré las tablas, cerré la piquera de entrada al núcleo y lo saqué fuera de la iglesia. Pero el núcleo no se cerraba bien y escapaban muchas abejas. Me lo llevé rápidamente al todoterreno y le puse cinta de carrocero en las aberturas. Cuando volví a la iglesia me encontré con que a mi señora esposa, Carmen, le había picado una abeja en el párpado y se le estaba hinchando rápidamente (Carmen es alérgica, o algo parecido). Así es que ella se cogió el coche y se fue al centro de salud a que le pincharan una inyección de Urbasón. Yo cogí otros cuatro enjambres que habían caído en los cazaenjambres durante esta semana y me fui a llevarlos a El Pino. Total: 32 enjambres. ¡Qué locura!
La mañana del domingo la pasé almacenando alzas con bastidores vacíos de miel y organizando todo el almacén. Después nos fuimos a la iglesia a intentar recomponer el retablo mayor, con sus paneles de madera. Pusimos a Santa Engracia en su sitio y nos dio el tiempo justo para cambiarnos y volver para celebrar la misa de Corpus Cristi.
Eso es todo. Ahora que lo releo me parece una locura porque llevamos dos fines de semana de agotamiento, aunque en éste último ya hemos sacado miel. 
El próximo fin de semana, que es puente en Logroño, día de La Rioja, fiesta de San Bernabé (patrón de Logroño), volveré yo solito a Añavieja a revisar colmenas, pasar los últimos núcleos a colmena, embotar la miel y trasladar las colmenas de los asentamientos que están a menos altura (se está acabando el tomillo) a mis asentamientos de Añavieja que están a 1.000 m de altura (todavía hay romero y el tomillo chuta fuerte).
Os cuelgo dos fotografías que hizo mi hija María cuando estaban sacando miel. Carmen no se dejó hacer fotografías con el ojo hinchado, así es que lo dejamos ahí y que cada cual se imagine el ojo.
Un abrazo.
José Manuel




No hay comentarios:

Publicar un comentario