jueves, 25 de julio de 2019

LOS CANTOS DE LOS GALLOS ANUNCIAN NUEVO DIA

Segunda carta, escriba por Alberto.

Día 3 Los cantos de los gallos que corretean sin control por las calles sumado a la música de los vecinos ya sobre las 6 de la mañana me despiertan. Hasta las 7 no desayunamos y nos preparamos para un día visitando otro lugar de la provincia de Sucumbios y La casa de los niños que hay en esa zona. Un taxi nos va a llevar y estar a nuestra disposición unas 12 horas por el ridículo precio de menos de 50$. Nuestra primera parada es Lumbaqui que está a una media hora de Cascales en coche para recoger al padre Pedro Luis. Una vez allí él compra una tarta en uno de los comercios locales para llevarles a los niños como motivo de nuestra visita. Cómo aún es temprano y los niños van a partir de la 13:30 vamos a subir uno de los montes que está al lado de cuyo nombre si me lo han dicho ni me acuerdo. Cómo somos 6 alguien tiene que ir en la parte de atrás de la ranchera y sin ningún problema nos vamos Rafael, Pedro y yo. Una vez que sales de la carretera principal ya todo es camino de tierra y no te pueden multar. La subida son unos 9 kilómetros aconsejada solo para vehículos algo preparados por sus zonas destrozadas por la erosión del agua cuando llueve. Una vez arriba de las antenas lo primero que nos encontramos y que nos choca mucho es una radar militar en un recinto rodeado de alambre de espino (cosa que en España estaría bien cubierto). Una vez arriba dejamos el coche y tenemos que andar unos 300 metros y adentrarnos en la selva hasta llegar a una bonita cascada de unos 3 metros. Una vez ya vista la zona volvemos a bajar y nos dirigimos hacia La Troncal que es el lugar donde está la siguiente casa de los niños.
El recorrido es una entretenida hora en la parte trasera de la ranchera por una carretera de tierra por la que dos coches en marcha no se pueden cruzar sin parar uno. El camino atraviesa todo zona de selva donde podemos ver casas sueltas y pequeños poblados, e incluso una comunidad que según Pedro Luis está construida para que los indígenas puedan tener educación. Ésta consiste en una serie de edificios comunitarios donde durante el curso se les imparte clases a los niños y durante las fiestas se reúnen los indígenas que viven en los alrededores. También se podían ver casas de madera construidas por ellos ya que durante el curso algunos de quedan a dormir allí ya que tienen muchos kilómetros de vuelta a sus respectivos hogares.
A parte de eso y toda la clase teórica de vegetación local el paseo en ranchera fue bien tranquilo. Llegados al Troncal dejamos la tarta y algunas cosas más de comida que traíamos de Cascales en casa de la encargada de La casa de los niños y fuimos a visitar una zona turística a unos 10 minutos en coche. Una vez allí pedimos permiso al responsable que estaba en un edificio comunitario y tres tímidas niñas indígenas nos acompañaron en nuestra visita a la que luego se uniría otra más. La zona de turismo consistía en un centro de interpretación muy bien cuidado y cruzando un riachuelo había dos caminos. El de la izquierda nos llevaba a una cuerda que colgaba de entre dos árboles a unos 20 metros balanceándonos sobre el riachuelo que cruzamos anteriormente. Por el otro camino llegamos a unas casas de madera muy nuevas y preparadas para turistas. Acabado ya el tiempo y de vuelta a la casa de la responsable nos cayó una tormenta de verano que duró unos 10 minutos.
La responsable nos acogió en su casa muy amablemente y nos dio de comer arroz con pollo, lentejas y patatas fritas. A la 13:30 ya nos dirigimos a la Casa de los niños. La media de edad estaría en unos 8 años de 17 niños supercontentos de tener semejante visita. Tras jugar unas 2 horas a juegos de cantar y saltar compartimos el almuerzo que habíamos traído mientras contábamos a los niños un poco como era la vida en España ante su atenta mirada. Después de una bonita despedida pusimos rumbo de nuevo a casa. En este caso por el camino nos encontramos con una ¿jauría? de unos 20 monos cruzando el camino y un campesino al que recogimos para llevar a Lumbaqui. Una vez que llegamos allí compramos unas cosas para el campamento y Pedro Luis nos invitó a comer un helado mientras veíamos el atardecer en el balcón de su casa.
A las 6:30 ya volvíamos de regreso a Cascales donde hemos compartido una interesante cena en la que Gladys nos ha contado historias y formas de vida de la zona. 
Mañana nos toca visitar otras dos Casas de los niños una por la mañana y otra por la tarde, con los que seguro compartiremos una experiencia muy agradable y espero saber compartir con vosotros de la mejor manera posible. Con cariño. Alberto

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