jueves, 21 de junio de 2018

LA VIDA ES UN REGALO PARA SER DISFRUTADA

Hola, continúo con la historia de este fin de semana pasado y estos 4 días de esta semana.
Os pongo en antecedentes y os digo que nuestro hijo está estudiando CAFID (Ciencias del Deporte) y compite con el equipo denominado Santander Triatlón (es un pipiolo todavía, sobre todo si lo comparamos con sus admirados compañeros: Barroso, Urrutia, Ánder y compañía). Pues el sábado se la pegó contra un coche y se lo llevaron a urgencias. Nos llamó la policía de Santander  para informarnos que Alberto había tenido un accidente de bicicleta y acudimos al hospital de Valdecilla. Cuando llegamos, tuvimos que esperar, pero Alberto no estaba solo, había estado acompañado de Sandra, una compañera de Santander Triatlón, encantadora, sensible, cercana y cariñosa con nuestro hijo. Vamos, ¡un regalazo como persona! Estaba operando a Alberto un especialista maxilofacial, que le cosió el labio por dentro y por fuera, le intentó reinjertar y colocar tres de las palas de la mandíbula inferior, pero no pudo reimplantar una pala de la mandíbula superior.
Al acabar la operación de cosido, entramos, nos abrazamos, lloramos y Alberto fue dejando de temblar y de soltar angustias y miedos. El trato recibido por el especialista maxilofacial y su equipo fue extraordinario, con mucha sensibilidad, con extremada atención, cariño y cuidado. Vamos, un 10 de nota para todos.
Después me he pasado varios días acompañándolo, ayudándole a comer al principio, dándole papilla con cucharilla, después alimentándolo con jeringa y estos dos últimos días ya comía solo sorbiendo los purés y las cremas con una pajita de sección ancha. Pero está bien, todo esto se arregla con un ortodoncista que le ponga implantes, un mecánico dentista que le ponga férula, y uno o dos años de visitas continuas al odontólogo. Lo mejor de todo es que Alberto se quedó en Santander para presentarse a los dos últimos exámenes del trimestre. Eso me gustó porque supo sacar de su debilidad y dolor los suficientes arrestos para estudiar al día siguiente, domingo y el lunes y los demás días. Creo que ante las dificultades, por extremas que sean, siempre hay que buscar el hueco donde quepa el afán de superación, la lucha por la vida. Eso es lo que nos hace crecer.
Pues bien, todo este "rollo" que os he contado me da pie para trasladar aquí lo que escribí ayer por la tarde, sentado ante la mesa de la habitación de la residencia de estudiantes. La directora me ofreció una habitación para que pudiera estar al lado de mi hijo y así atenderle en los desayunos, comidas y cenas y a la par ir hablando con él para que no se sintiera solo y estudiara. Disfrutar de esa habitación ha sido un regalazo que me ha permitido quitarme angustia a mí al poder estar al lado de mi hijo. Podría haber estado en un hotel, pero no es lo mismo porque lo importante era la cercanía. Os transcribo lo que escribí ayer:
"Dejando al margen la situación médico-traumática de Alberto, que no es poco, voy a centrarme en dar gracias a la VIDA. Creo que dar gracias es un actitud o predisposición personal que todos deberíamos practicar y además deberíamos hacerlo con humildad, como buenos hermanos.
Hoy doy gracias a la vida porque mi hijo Alberto sigue conmigo, con nosotros, y porque su accidente no le ha causado daños cerebrales sino tan solo perdidas dentarias y rotura del labio inferior. Pero está bien. Gracias, VIDA.
Doy las gracias al doctor Álvarez, médico maxilofacial residente, que atendió a mi hijo cuando tuvo el accidente, le cosió el labio, le puso los dientes en su sitio, le tranquilizó. También nos atendió cálidamente a mi esposa y a mí, con mucho cariño, con amabilidad. Nos trató como si fuéramos amigos y con sus palabras y su talante disolvió nuestra tensión y nuestra angustia.
Doy las gracias a Sandra, del equipo Santander Triatlón, por cuidar de mi hijo como una madre, por ocupar nuestro puesto de padres cuando no estábamos presentes y hacerle sentir a Alberto que no estaba solo, que allí estaba ella, que contara con su protección.
Doy las gracias a Nati, directora de la residencia de estudiantes donde ha estado viviendo mi hijo durante este curso, porque me ha cedido una habitación para poder quedarme en Santander, poder atender a mi hijo de cerca, prepararle papillas para comer, hacerle el seguimiento y animarlo. En esta habitación, en la que estoy escribiendo en estos momentos, me siento relajado y mi hijo sabe que estoy cercano a él, que estoy gestionando los trámites con la policía, la federación de triatlón, el hospital, el seguro de accidente.
Doy las gracias a Lucía, secretaria de la Federación Cántabra de Triatlón por su acogida, sus atenciones, su amabilidad. Es un volcán, pero un volcán cariñoso y operativo. ¡Ah, y gracias a Federico, el Presi, que ha estado presente y ha soportado mis historias y explicaciones!
Doy las gracias a los padres de Sandra, con los que compartimos una cena rápida en nuestro primer día de estancia, cuando estábamos todavía bajo los efectos de la intranquilidad. Nos recibieron y se ofrecieron para todo lo que necesitáramos.
Como veis, todo es gracia, es decir todo es gratis porque gratis me lo dan y agradecido lo recibo. Gratis me lo da la Providencia a través de las palabras amables y cercanas y a través de la generosidad de tantas buenas gentes.
Había pensando no decir nada del seguro de accidentes, pero voy a decir a los que leéis nuestro blog que no os fiéis ni un pelo de las aseguradoras porque cuando llega el momento de cubrir gastos te dejan tirado. Doy fe de ello. Y no voy a añadir más para no autodestruirme. Me quedo con todo lo bonito que he descrito anteriormente.
Un beso para tod@s y nos leemos en la próxima.
José Manuel

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